Isabel Perez del Pulgar nacida en Granada (España) y residente en Francia desde el 2015. A mediados de la decada del 2000 adopta como modo de creación y de expresión el video. El video como vehiculo plastico en donde se aunan el movimiento, el sonido y la visión pictórica. La obra es concebida como un fresco continuo, dividido en series y proyectos autónomos.
Su trabajo ha sido expuesto y seleccionado en numerosos festivaless internacionales.

http://isaperezdelpulgar.blogspot.fr

«Tras años de búsqueda e indagación en las disciplinas plásticas; desde los collages, las pinturas en lienzos de gran formato, el grabado, mis inicios con el dibujo que acabó traspasando el papel para ocupar planchas de madera….siempre me encontré encorsetada por el espacio acotado que proporcionan estos soportes. Hasta que
descubrí todas las posibilidades que me ofrecía trabajar en vídeo. El cual adopté como modo de creación y expresión a mediados de la década del 2000. El vídeo como vehículo plástico en donde se aúnan el movimiento, el sonido, sin perder la visión pictórica heredada. Un medio híbrido que me posibilita la experimentación dentro de un lenguaje poético no narrativo.

Los proyectos los concibo como un fresco continuo, divididos en series autónomas. Y la utilización del cuerpo, mediante la realización de performances, como herramienta de un lenguaje discursivo y emocional.

La pulsión de crear ha ido determinando mi trayectoria vital. Un constante diálogo interno tratando de encontrar respuestas, tanto sobre mi misma como mujer, como del entorno socio político que nos determina. Amputándonos como seres humanos.
Es una visión de realidades fracturadas a modo de espejos, en los que se refleja la imagen subjetiva. Subjetividad dependiente de la percepción individual, de la propia naturaleza frágil y efímera de la estructura orgánica que arma el cuerpo, y la comunicación establecida de manera directa con la conciencia. El cuerpo sometido a tensiones contradictorias, enfrentado entre una realidad que lo construye como elemento productivo y consumista, y la propia conciencia y creencia de lo que se es como ser humano, relacionado con el entorno. La idea de identidad, la idea del
espejo como metáfora de esa dualidad y eterna interrogación. La conciencia y conocimiento, tanto consciente como inconscientemente, de la finitud, la decadencia. El querer vivir dentro de un orden aparente cuando se está inmerso en el caos».