Manuel Ángel Gallego de Prada:

Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), 1981.

«El apego a la naturaleza y la fauna se ha convertido en mi pasatiempo favorito y una forma de comprender el mundo.

En el campo, en el viento, el litoral, los desiertos, las montañas y la fauna libre hay una gran verdad, quizás la única verdad que exista. Al menos se aprecia una realidad más verosímil, sin gritos ni sinrazón y sin más adornos que la sencilla contemplación de estos escenarios. Lo sublime.

La reconciliación, aunque sea momentánea, con el tiempo regalado y el espacio vivido toma cuerpo en el paisaje salvaje. El razonamiento del mundo se hace más tolerable, menos pesado y las respuestas a las preguntas se revelan en texturas luminosas y de color. No hay niguna respuesta incorrecta. Calma. De lo antiguo, siempre algo nuevo».